decías,
como si la luz no entrase ya por la ventana,
bañando tu cintura y mis ganas.
'No hay prisa',
se enredaba el tiempo en tus párpados cansados.
'No hay prisa',
mientras,
fuera de los muros de tu cuerpo,
aguardaba el azul del tiempo,
la tormenta de arena que arrastra los sueños.