Cuando abrí los ojos,
estabas allí.
Estabas ya cuando me
giré,
a ciegas,
en el abismo del silencio,
cuando las lágrimas
resbalaban por dentro.
Estabas antes,
incluso, de saber que debía esperarte.
Antes de la palabra,
de la primera sonrisa.
Antes,
estabas ya escrita en
cada página.
Y qué hacer si no hay
verso,
ni prosa
que abarque la
canción de tu mirada.
Si sólo queda el sonido de tus
pasos, susurrando:
Abre los ojos.
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Mayssun Halah Bañón |